En septiembre de 1997, un equipo de hombres armados y enmascarados robó una instalación de vehículos blindados en Los Ángeles. Se llevaron casi 19 millones de dólares con este asalto, convirtiéndolo en el robo de efectivo más grande en la historia de los Estados Unidos. En ese momento, los agentes del FBI comenzaron a vigilar a un ex empleado de la instalación. Con un fragmento de la luz trasera de un vehículo como prueba única, esperaban poder conectarla con el crimen para encontrar así a los culpables.
Casos reales del FBI contados a través de recreaciones y entrevistas, aplicando la ley y con la colaboración de científicos forenses.